Después del éxito de “La Noche de los Muertos Vivientes” (1968), dirigida por George A. Romero, el mundo cinematográfico de los zombies se había despertado con hambre.
Pero, a pesar de que todos relacionamos sin dudar a estos seres con la inventiva de Romero, este nuevo tipo de zombie tuvo en realidad dos padres. George A. Romero y John Russo escribieron el guion, antes de tomar caminos creativos separados.
Hoy posamos nuestras cuencas vacías sobre el hijo favorito de Russo, su primogénito, que fue adoptado y criado por otro genio incuestionable e incomprendido: Dan O´Bannon. Hoy hemos hablado de nuevo, y con mucha mayor profundidad, de este personaje que, en “El Regreso de los Muertes Vivientes” (1985), secuela oficial pero extraña de aquella histórica “Noche de los Muertos Vivientes”, ejerció de director y guionista definitivo.
La revolución que supuso esta película, el nuevo concepto de zombie que dejó para la posteridad, con algunas frases inolvidables como “cerebros, cerebros”, “no puedes matarlos, ya están muertos”, “envíen más… policías”, etc. son parte indeleble de la historia del cine.
En este episodio de Mis Terrores Favoritos hablamos del frágil equilibrio que se consigue en esta cinta, mezcla de comedia y terror, gore y absurdo, exageración y drama. Hablamos de contracultura, de punk, de las masas alienadas que incluso hoy día nos rodean, de chicas que bailan desnudas sobre una tumba a la psicodélica luz de unas bengalas, de un zombie chorreante de alquitrán, de sangre, de medio perros y mariposas muertas que agitan sus alas, de gases flatulentos…
Juan Pablo Videoclubsero agarra con fuerza su pala para desenterrar todos los secretos que duermen bajo capas de tierra en esta película de escaso presupuesto pero de gran calado en la historia de las “películas de zombies”. En esta ardua tarea es acompañado por Javi García, cuyo bonito cadáver aún está fresco, y el maloliente y semiputrefacto cuerpo sin vida de Óscar Cabrera. Fran Delgado espera con el coche en marcha a las puertas de nuestro cementerio por si hubiera que huir a toda prisa, al