Esta es la primera ocasión en que estoy con vosotros desde el principio del viaje. Los nervios se atrincheran en la boca del estómago, como si dentro de mí anidara un ser voraz y amenazante, deseoso de salir al exterior y revelarse al mundo en toda su presencia y majestad.

En ciertos momentos lamento no haber estado ahí desde siempre, en aquellos años, ahora lejanos, cuando fruto de unas extrañas y peligrosas amistades, nació este programa. Pero no se puede cambiar el pasado. Esos podcast ya míticos, con esas voces familiares, ecos de un tiempo remoto, reverberan en mi corazón y me dan aliento para encarar el futuro que nos aguarda.

Dado que el mundo no ha acabado el 29 de agosto, podemos continuar nuestra leyenda. He desempolvado el mono caqui, engrasado mis armas, pulido mi condensador de fluzo, me he calado el sombrero, he limpiado mis Ray-Ban  y me siento preparado. He dirigido mi mirada hacia el cielo, más allá de Orión, sin perder de vista “mi casa”, buscando respuestas escritas entre las estrellas. Pero ellas no me han dicho nada. Así que bucearé de nuevo en la marea de películas de los ochenta, donde cabe toda la sabiduría del mundo, con el ansia viva de un tiburón. Me propongo desentrañar símbolos ocultos, metáforas escondidas, referencias olvidadas, mensajes encriptados, muchos de ellos inventados por mi mente calenturienta y  febril. El furor del Dragón me quema, mil pesadillas pugnan por salir de mi interior y derramarse por el mundo, incauto y despreocupado, víctima fácil para mis delirios.

En mi mente, el monstruo acorralado que lucha constantemente contra sí mismo toma a veces el control. Sólo JP y el resto de mis compañeros pueden impedir que me diluya entre los vapores de mi imaginación. Sólo ellos pueden meter de nuevo el “genio” en la botella (Alcázar, si es posible). Rozando eternamente el castigo, bordeando los límites del buen gusto, e incluso sobrepasándolos ampliamente,  me muevo y desenvuelvo.

Los oyentes seréis los jueces, jurados y verdugos. Vuestro es el poder catódico de las ondas. Sólo vosotros podéis condenarnos al ostracismo… o hacernos inmortales.

Intentaré estar a la altura de mis propias expectativas, o al menos aterrizar como pueda, sin hacerme demasiado daño. No queremos que ésta sea nuestra última cruzada, no queremos morir de melancolía como un poeta. No queremos convertirnos en una parodia de nosotros mismos. No queremos ser cazados por el tedio ni el abatimiento. No queremos que nos confisquen el alma esos gusanos putrefactos que se alimentan de la mediocridad.

Tenemos muchas cintas de video, algunas  mentiras, y una pizca de sexo, a modo de amuletos protectores.

Así que ya puedes correr la voz. Hemos regresado. Que se escuche como un rumor creciente, desde los rascacielos más elevados hasta los callejones más infectos de la ciudad. Diles a todos que han vueeelto… los Remakers.

by Oscar Cabrera (@elsumiderodelcomediante)