Philip K. Dick
Para entender mejor a Philip K. Dick hay que hacer un ejercicio de abstracción temporal e imaginar por un momento que estamos en el Estados Unidos de los años 50, un país en que la censura moral imperante se cargó la edad de oro del cómic y el ambiente oscuro y misterioso que lo rodeaba, provocando que al dúo de Batman y Robin, con una relación íntima sospechosa entre dos hombres, se le añadieran personajes femeninos disfrazados de murciélago hasta conformar una típica familia media americana, arquetipo al que tenían que ajustarse todas las creaciones cinematográficas, televisivas o literarias. Una etapa en la que la caza de brujas se extendió por Hollywood, y el miedo a las infiltraciones soviéticas desatado por el senador Joseph McCarthy provocó que las falsas denuncias y las acusaciones infundadas construyeran numerosas listas de supuestos comunistas entre los que se encontraban nombres como los de Bertold Brecht, Arthur Miller, Humphrey Bogart, Katharine Hepburn, Kirk Douglas, Gene Kelly, Orson Welles o Frank Sinatra.
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